Justicia

El bombo de la justicia

Estamos viendo que para un mismo delito y unas mismas leyes la condena puede ser cualquier cosa.
Se pasa de treinta años a tres, de prisión incondicional a libertad sin cargos, de fianza de 30.000 euros a fianza de 3 euros…
Como consecuencia de una condena puedes incluso hacerte rico por ser un delincuente, si acudes a contarlo en un programa de televisión.
El sentido común de los profanos en leyes no encaja con esa presunta lotería de penas.
Lo único que no se intuye es una posible condena de los jueces por arbitrariedad, aunque las leyes si lo contemplen.
Leo ahora que se suspira por la transferencia de la justicia a las autonomías. ¿para mejorarla o para terminar de estropearla?.
Puestos a llegar al máximo nivel del disparate quizá fuera más justo crear el Bombo de la Justicia: se te acusa de algo, introducen tu ficha policial en la maquinita, se pone el bombo a dar vueltas y cuando sale la bolita te ha tocado la sentencia .
Podrías tener suerte y por un mal aparcamiento salir libre de cargos o si tenías un mal día, dos años y un día.
Claro que habría que vigilar que se introdujeran todas la bolas en el bombo, porque también habría amiguismos.
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JUECES POLITIZADOS Y OTROS INJUSTOS


Cuando existen intereses de los partidos políticos en la elección de los jueces en determinados puestos, se pone de manifiesto que no creen en su imparcialidad.Cuando la opinión pública, con conocimiento de determinado escándalo, adivina cual va a ser el resultado judicial, en función del juez que le corresponda y no en función de los hechos probados, se sospecha que la creencia en la imparcialidad de la justicia es escasa.Cuando un juez, apoyándose en determinadas normas legales, se salta por encima lo que evidencia el sentido común, es por lo menos un presunto prevaricador.Es cierto que la prevaricación tiene sus cauces legales para juzgar a los jueces que hayan podido actuar de mala fe, pero es tan difícil probar su mala voluntad o incompetencia, que de hecho sucede en muy pocos casos, de los muchos en que existen sospechas de que no se haga justicia. ¿No será por tanto necesario modificar la ley sobre la prevaricación para que sea más justa y efectiva?
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Señores Horrach y Carrau: no han perdido el tiempo.

Comprendería que hicieren un ovillo con la toga y la lanzaran a la cara de quien se lo merece, pero no lo harán y se lo agradezco.
Fue una sorpresa para mí cuando empezaron a trabajar en Baleares intentando que la aplicación de la justicia se correspondiera con lo que muchos pensábamos era lo justo.
Estábamos acostumbrados a que ello no fuera así y que se la calificara de cachondeo, lotería o manipulación.
Pensé entonces y no me equivoqué, que cuando acabaran de juzgar a los camellos corruptos de la política no les dejarían seguir trabajando si pretendían juzgar a sus padrinos. Así ha sido, le faltaron los medios, las ayudas y finalmente se les han prohibido investigar.
Su esfuerzo no obstante no ha sido vano, hemos visto que sigue habiendo quien prefiere honra sin barcos que palacetes sin honra: a algunos nos ha animado este gesto de dignidad.
Queda poco por hacer, no concibo la posibilidad de que la ley permita colocar entre rejas a un presunto fiscal que con su actuación se pueda demostrar que corrompa la justicia. Quizá pasen siglos sin que esto ocurra, aunque algún día será, aunque nosotros no estemos.
Da igual… pero a partir de ahora ¿a quien votamos señor Zapatero?
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FALSA PRESUNCION
Los dos ponían cara de intelectuales seguros de si mismos y parecían estar orgullosos de sus conocimientos y competencia. Eran catedráticos de derecho y explicaban en una entrevista televisada que con las leyes se puede llegar donde se quiera y las conclusiones eran fruto de la sagacidad, el interés y saber buscar. Decía el más atrevido de los profesores:
-Yo digo a mis alumnos que es cierto que la mano tiene cinco dedos, pero también que tiene dos y tres.
Según se deducía de las palabras de ambos contertulios es cierto lo que vulgarmente se percibe: por un mismo delito se puede condenar a una persona treinta años o seis, en España o fuera…según convenga.
Está pues claro -ya lo enseñan en clase- que la justicia es al gusto del juez y las leyes un instrumento adaptable.
Si es así, ya no se puede calificar de cachondeo esta actividad, sería simplemente una acción injusta en lugar de justa y ya es tiempo de un cambio total.
Me repugna oír la estupidez repetida de la presunción de inocencia en los casos clarísimos de corrupción como la más grande y única posibilidad a señalar: la presunción de inocencia y posterior absolución de un presunto ladrón muchas veces es el resultado de un mal funcionamiento de la administración de justicia por múltiples razones que no debieran existir. Asumiremos el error legal pero no estamos obligados a creer lo increíble.Quiero decir que, si algún día se enjuicia a Pinocho y la sentencia afirma que le creció la nariz por sonarse en exceso, acataré la sentencia por obligación pero estaré seguro que al juez le crecerá también el apéndice nasal, aunque no se le diga por el disimulo y respeto exigido.

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¡Qué casualidad!



Si alguien pusiera en duda que determinados juicios, por determinados delitos y determinadas personas, tardan en realizarse un tiempo excesivo por causas de deficiencias estructurales, seguramente esta persona sería procesada con rapidez suficiente para tener que cumplir condena.

Si alguien se pusiera a reír por no llorar al escuchar que un grupo de peritos necesitó un año y medio para decidir e informar que no podía peritar sobre unas joyas por no ser suficientemente expertos, seguramente podría ser castigado con velocidad y contundencia.

Si alguien sospechara que determinados jueces tienen un determinado sistema de retrasar procesos por determinadas causas y que habría que investigarlo, sería por lo menos etiquetado de loco.

Por todo ello pienso que la justicia funciona divinamente y que no hay que hacer nada para mejorar su aplicación.

 

 


Los colores de la justicia


En el caso de Javier Gómez de Liaño (la readmisión a la judicatura pese a no haberse cancelado sus antecedentes penales por los 15 años de inhabilitación que el Supremo le impuso por prevaricar) resulta escandaloso que los comentaristas pudieran predecir el veredicto del Consejo General del Poder Judicial e incluso el número de votos (12 a favor y 9 en contra)
Si a un juez se le puede conocer su decisión por su tendencia política y no por su correcta interpretación de la ley, no debería ser juez. Se han hecho comentarios sobre este importante tema en los medios de comunicación, pero desde luego no con la fuerza y rotundidad necesarias.
Esta situación es terrible y ningún político se salva de responsabilidad: Felipe González desmanteló el sistema judicial y José María Aznar,  a pesar de sus promesas electorales, no lo ha arreglado.


Agilizar la presunta justicia

No se nada de leyes, así que me guío por mi sentido que no me atrevo a decir que es común, porque de todas las locuras está repleto el pueblo llano.

La prensa dice que los juzgados están saturados, que carecen de medios y personal, que hay muchas  causas de grandes delitos económicos que se retrasan y al llegar a la sentencia han prescrito.

También me entero -por lo absurdo que me parece dudo si lo habré entendido mal- que el  gobierno indulta a quien considera conveniente sin especificar  los motivos.


 Si realmente es así todo lo dicho, para descargar los juzgados de la sobre carga, parece de cajón la conveniencia de adelantar los indultos que se van a dar al iniciar la instrucción -creo que así se llama-  y permitir al juez dedicarse a otro caso, sin perder el tiempo en condenar lo que se va absolver posteriormente.



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